La New Cambridge Modern History llama »Era de la violencia« a los decenios que van de 1898 a 1945, los cuales arruinaron la vieja Europa y desataron nuevos conflictos. Si nos referimos a estos decenios, en realidad a lo que queremos referirnos es a los seres humanos que vivieron en esa época. Pero también se puede calcular el tiempo de otra manera.
Lo que se quiere decir es que son los decenios en los que la fuerza bruta deterrninaba el acontecer histórico. Las dos guerras mundiales, con las hecatombes de sus víctimas, dan testimonio de ello. Pero Ia fuerza bruta tuvo ya, después de la Primera Guerra Mundial, críticos que buscaron sus causas en la violencia de las ideas, en la propaganda, en la insuficiente resistencia contra el adoctrinarniento. Sus escépticas advertencias no impidieron que el revanchismo alemán subiera al poder en 1933 y pusiera en marcha un sistema de violencia brutal sin parangón. Quienes marcaron el carácter de la Segunda Guerra Mundial fueron los »autores de escritorio« deI tipo Eichmann, y no los generales en los puestos de combate. Los héroes militares degeneraron en figuras de propaganda en todos los campos.
Esta tendencia continuó tras la derrota de los alemanes. »Guerra fria«, »coexistencia/detente« son nombres que se han dado a las disputas, principalmente simbólicas, entre las potencias atómicas rivales; son medios de dirección que se utilizan para legitimar deterrninadas pretensiones de poder.
Y seguirá siendo asi porque la revolución electrónica de los últimos cien años no sólo ha modificado, y seguirá modificando, las condiciones de producción, sino tambien, y sobre todo, las condiciones de la comunicación humana. La política sigue los medios de la comunicación.
Los ensayos deI presente libro son una continuación de las reflexiones que hice sobre la historia alemana contemporánea (Vor und Nach Hitler — Antes y después de Hitler -, 1962), en los años cincuenta bajo la influencia de Alfred Weber, Gustav Radbruch y Ernst Cassirer. Más tarde adquirieron autonomía en Publizistik (1970), y se desarrollaron en los años siguientes en otras contribuciones aisladas, especialmente en Politische Symbolik (1974).* EI primer plano lo ocupaba aquí la cuestión de la calidad de los sistemas de signos que hacen posible la existencia política. Sin embargo, no he podido desechar la sospecha de que, con el perfeccionamiento técnico de la comunicación, la coexistencia humana real será cada vez
más una »cosa secundaria«. He seguido esta sospecha y he intentado exponer en este libro algunos criterios que pueden servir para enjuiciarla.
Harry Pross, 29 de marzo de 1980
* Traducido al castellano por Pedro Madrigal Deveza y Homero Alsina; revisión biográfica de Joaquin Romaguera, y publicado por Gustavo Gili, Col. Mass Media, Barcelona, 1980, con el título de Estruclura simbolica del poder. Teoria y práctica de la comunicación pública. (Nota del traductor.)